El Grupo de las ocho grandes potencias mundiales (G-8) exigió ayer a los radicales libaneses y palestinos "el cese inmediato de sus ataques" en la cumbre de San Petersburgo (Rusia), pero sin condenar la operación militar israelí ni reclamar a Israel el inmediato alto el fuego que habían pedido el desestabilizado Gobierno libanés y la Liga Arabe.

La declaración consensuada tras largas negociaciones por los líderes de EEUU, Alemania, Japón, Francia, Italia, Gran Bretaña, Canadá y Rusia fija como condiciones previas para que Israel detenga sus ataques militares "el retorno de los soldados secuestrados en el Líbano y en Gaza sanos y salvos, y el fin de los disparos de cohetes sobre territorio israelí", según destacó la cancillera alemana, Angela Merkel.

SEGUNDO PASO A continuación, Israel debe terminar sus operaciones militares, las fuerzas israelís deberán retirarse de la franja de Gaza y los ministros y parlamentarios palestinos detenidos deberán ser liberados, añadió Merkel, siguiendo el orden de las condiciones fijadas en la declaración.

El G-8 descarga toda la responsabilidad de la actual crisis sobre Hamás e Hizbulá. La declaración evita cualquier crítica al comportamiento de Israel e incluso reconoce explícitamente su "derecho a defenderse", limitándose a expresar la "profunda preocupación" por "la creciente cifra de víctimas civiles en ambos lados y el daño a las infraestructuras".

El presidente estadounidense, George Bush, y el primer ministro británico, Tony Blair, impusieron en la cumbre su criterio de respaldo a ultranza a Israel, frente a Francia, Rusia y la Unión Europea (UE).

El presidente de la Federación Rusa, Vladimir Putin, incluso había declarado que Israel parecía "perseguir otros objetivos más amplios" que la liberación de los soldados secuestrados. Pero los planteamientos europeos se estrellaron con la inflexibilidad de Bush, que se negó a pedir a Israel que detuviera sus ataques militares a Líbano.

La declaración solo pide a Israel que "sea consciente de las consecuencias estratégicas y humanitarias de sus actos" y que "ejerza la mayor contención para evitar víctimas entre civiles inocentes, el daño a las infraestructuras civiles y frene actos que puedan desestabilizar al Gobierno libanés".

PLAN DE DESARME El G-8 pide a la ONU que desarrolle un plan para desarmar a las milicias de Hizbulá, y se muestra favorable al envío de una fuerza internacional de seguridad o de observación. Frente a la destrucción de infraestructuras, el G-8 propone que se convoque una conferencia internacional de donantes.

Los líderes de las grandes potencias abogaron también por la reanudación del diálogo palestino-israelí a través de Mahmud Abbás, pero lo condicionaron al cese previo de los ataques a Israel y a que el Gobierno palestino reconozca a Israel y cumpla los compromisos alcanzados durante las negociaciones del proceso. A Israel se le pide que se abstenga de cualquier acto que pueda perjudicar el proceso, y que negocie de buena fe.