Antes del accidente aéreo del 10 de abril de su hermano Lech, entonces presidente y candidato a la reelección, apenas lograba el 20% de apoyo popular en los sondeos. Tras la muerte de Lech, pocos vaticinaron la candidatura del conocido como gemelo dominante. "Está demasiado afectado", decían los medios. "Hay que buscar un nuevo líder", decían los expertos. Pocos reconocieron que el animal político que vive en Jaroslaw Kaczynski no iba a confiar en nadie más que en sí mismo para sacar adelante su partido tras la tragedia. Es más, y por mal que suene, nadie como él para aprovechar el rédito político de simpatía que despertó la muerte de su hermano. No es casualidad que cerrara la campaña en la primera vuelta rezando en la tumba de Lech y su esposa. Ha funcionado, todo. Jaroslaw era el hermano dominante, el más calculador y más agresivo, pero ha sabido absorber las simpatías que despertó Lech. Los gemelos fundaron en el 2001 Ley y Justicia, lo llevaron al poder y dirigieron el país como presidente y primer ministro en el 2006 y el 2007. Pero su talante intransigente, nacionalista y radical cansó a la derecha católica moderada. Solo la moderación de Lech desde que su hermano dejó el Gobierno le impidió caer aún más en las encuestas.