El Vaticano está desbrozando el camino de Pío XII hacia la santidad. Avvenire , diario de la Conferencia Episcopal italiana, dijo ayer que Hitler mandó secuestrar al Papa, pero que la persona encargada de ejecutar esa orden le desobedeció. El Führer, asegura esta publicación, temía que el Papa fuera un obstáculo para sus planes de dominación, ya que el dictador quería abolir el cristianismo e imponer el nacionalsocialismo como un tipo de nueva religión global.

Con el sigilo de un cónclave, una parte de la Iglesia está trabajando en los argumentos para fundamentar la santidad de Pío XII, un Pontífice que, según una parte de la historiografía, se lavó las manos como Pilatos ante el Holocausto. Avvenire explicó ayer que, en 1944, poco antes de que los alemanes se retiraran de Roma, el general Karl Friedrich Otto Wolff, un alto oficial nazi en Italia, se reunió en Alemania con Hitler, quien le ordenó secuestrar al Papa. Wolff volvió a Roma y preparó una cita con Pío XII.

Una noche, el general nazi se vistió de paisano y, acompañado de un sacerdote, se presentó en el Vaticano. Wolff explicó al Pontífice la orden que había recibido de Hitler, pero añadió que no iba a cumplirla.

Para probar la buena fe de Wolff, el Papa le pidió que liberara a dos líderes de la resistencia italiana que habían sido condenados a muerte. Wolff lo hizo, asegura la publicación Avvenire .

Este diario de la Conferencia Episcopal italiana explicó que ha logrado estos datos gracias al testimonio que Wolff dio antes de morir en Alemania a varios sacerdotes para apoyar los esfuerzos de hacer santo al Pontífice.

TIBIEZA O FIRMEZA Hace dos años, el Vaticano reconoció tímidamente la tibieza del papa Pío XII durante el régimen nazi y admitió que no lo denunció con firmeza. Sin embargo, considera que actuó así porque temía que el destino de los católicos y judíos fueran aún peor si hacía pública su posición.