El Gobierno tailandés alertó hoy de que adoptará medidas contundentes y detendrá a los manifestantes que, además de ocupar el corazón comercial de Bangkok, realicen actos de sabotaje fuera de su campamento fortificado. La advertencia vino del viceprimer ministro, Suthep Thaugsuban, después de que los "camisas rojas", que desde hace unas tres semanas tienen tomada la zona más cara de la capital, obligaran a paralizar durante varias horas la red del metro elevado, considerada la joya de Bangkok. "Ya hemos sido muy pacientes. A partir de ahora vamos a aplicar medidas firmes ", dijo a la prensa el viceprimer ministro.

Las autoridades suspendieron el servicio a primeras horas de la mañana, cuando grupos de "camisas rojas" bloquearon la vía con pilas de neumáticos y alteraron la dirección de las cámaras de seguridad, indicó Anat Arphaphirom, portavoz de la compañía. La suspensión temporal del servicio de metro, llamado "Skytrain", afectó a decenas de miles de personas que lo emplean a diario para trasladarse a sus puestos de trabajo o a sus hogares, y eludir el cotidiano atasco que se produce en las calles de la metrópolis.

La acción de los "camisas rojas" se produjo al día siguiente de la que la movilización antigubernamental se expandiera por al menos tres provincias situadas al norte y este de la capital, en las que impidieron temporalmente que nuevos efectivos de refuerzo se unieran a las fuerzas de seguridad que han sido desplegadas en Bangkok. "El Gobierno ha aumentado las medidas contra los manifestantes puesto que han creado una situación de agitación que transgrede los derechos de la población", señaló el viceprimer ministro.

En Bangkok, unos 8.000 "camisas rojas" están parapetados tras pilas de neumáticos y empalizadas hechas con cañas de bambú, a la espera de que las tropas acometan una carga contra su campamento, situado cerca de media decena de hoteles y centros comerciales que han echado el cierre. Desde que a mediados del pasado mayo comenzaron las protestas que persiguen la disolución del Parlamento y elecciones anticipadas, al menos 26 personas han muerto y cerca de otras mil han resultado heridas en brotes de violencia.

El primer ministro, Abhisit Vejjajiva, anunció el pasado fin de semana que las autoridades se preparaban para desalojar a los camisas rojas de la zona ocupada, aunque hasta el momento, no se aprecian señales evidentes de que eso vaya a ocurrir en breve. El frente antigubernamental tailandés considera a Vejjajiva, líder del Partido Demócrata, un aliado de las elites militar, burócrata y empresarial, a las que acusa de manipular la votación parlamentaria mediante la que fue elegido hace año y medio.

Con la tensión en alza, la esperanza de muchos tailandeses de que el monarca decida intervenir en la profunda crisis se diluyó el pasado lunes, cuando, tras siete meses de silencio, el rey Bhumibol Adulyadej eludió hablar de política en un breve discurso transmitido por los canales de televisión. Tailandia está inmersa en una profunda crisis política fruto de la lucha entre los detractores y seguidores de Shinawatra, depuesto en la asonada de 2006 después gobernar durante casi seis años.

Exiliado y prófugo de la justicia tailandesa, el multimillonario Shinawatra, sobre el que pesa en Tailandia una pena de dos años de cárcel por corrupción y abuso de poder, dirige y financia las protestas desde un país de conveniencia. Los "camisas rojas" provienen en su mayoría de las zonas rurales del norte y noroeste del país, las de mayor densidad demográfica y feudos de los testaferros de Shinawatra.