El Gobierno británico convirtió en secreto oficial la muerte, hace cinco años, de un científico de este país durante un misterioso experimento para la fabricación de una bomba, informa hoy el diario "The Guardian".

Terry Jupp, científico a sueldo del ministerio de Defensa, murió envuelto en llamas en el transcurso de un proyecto antiterrorista angloestadounidense destinado a averiguar la capacidad de organizaciones como Al Qaeda para fabricar bombas radiactivas.

La muerte accidental de Jupp no ha sido investigada y un intento de procesar a su jefe por homicidio involuntario se frustró cuando la fiscalía decidió retirar los cargos sin dar explicaciones. El diario británico ha averiguado, sin embargo, que Jupp era miembro de un pequeño equipo de científicos británicos y estadounidenses que se dedicaban a fabricar bombas con ingredientes como los utilizados normalmente por los terroristas.

"The Guardian" cree que algunos de los experimentos llevados a cabo por aquel equipo estaban destinados a averiguar más sobre las llamadas "bombas sucias": bombas radiactivas que se accionan, sin embargo, con explosivos convencionales.

Un experimento de ese tipo habría resultado altamente polémico, señala el periódico, ya que se llevó a cabo al aire libre en unas instalaciones situadas en una isla del estuario del Támesis en el condado de Essex (sureste de Inglaterra).

La familia del científico fallecido teme que no sabrá nunca lo ocurrido. "Creo que sus superiores quieren ocultarlo. La muerte de un hombre tal vez no les cause a ellos demasiados trastornos, pero ése no es nuestro caso", dijo la madre de Jupp al periódico.

En el momento de morir, Jupp tenía 46 años, estaba casado, era padre de dos hijos y llevaba casi 25 años trabajando para el ministerio de Defensa. Jupp estaba adscrito al Forensic Explosive Laboratory, sección del Laboratorio de Ciencia y Tecnología de ese ministerio.

El 14 de agosto del 2002, Jupp y su equipo llevaban a cabo una serie de experimentos ultrasecretos en Floulness, una isla que forma parte del centro de pruebas del ministerio de Defensa en Shoeburyness, al este de Southend.

Mezclando varios ingredientes fácilmente disponibles en el comercio, los científicos lograron fabricar varias bombas, dice el periódico, según el cual el fatal experimento consistió en mezclar tres de esas substancias, entre ellas fertilizante de nitrato de amonio y un metal en forma de polvo.

Por causas no determinadas, una de las bombas estalló inesperadamente, y Jupp sufrió gravísimas quemaduras en el 80 por ciento de su cuerpo, que causaron su muerte seis días más tarde.

Según fuentes de la Fiscalía de la Corona, la investigación judicial de lo ocurrido se vio entorpecida por la negativa a prestar testimonio de uno de los científicos mientras que otros funcionarios señalaron que Washington y Londres temían que un juicio revelase la naturaleza de los experimentos.

Fuentes citadas por el periódico señalan que en agosto del 2002, menos de un año después de los atentados terroristas del 11 de septiembre contra Estados Unidos, científicos de ambos países trataban de determinar si los terroristas de Al Qaeda serían capaces de fabricar una bomba utilizando explosivos convencionales pero con material radiactivo.

Querían saber qué tipos de explosivos podrían utilizar los terroristas para difundir las radiaciones, cómo tendría que ser de grande la bomba para su objetivo y qué magnitud tendría la explosión resultante. El ministerio británico de Defensa se ha negado a aclarar si el científico fallecido estaba experimentado con una bomba sucia y se ha limitado a señalar que su departamento lleva a cabo "labores secretas de importancia nacional para la protección de las Fuerzas Armadas y de los ciudadanos frente a amenazas muy reales".