Un año después de la muerte de Augusto Pinochet, la coalición de centroizquierda que gobierna Chile desde 1990, cuando terminó la dictadura, ha comenzado a mostrar brechas al desaparecer el principal factor de unidad, según dijeron analistas e historiadores.

También resaltan que el ´Pinochetismo´, como expresión política, no existe y sus cada vez más escasos seguidores carecen de fuerza para ser parte o influir en la vida política.

La Concertación por la Democracia, que sacó del poder a Pinochet con "un papel y un lápiz", como ha señalado el ex presidente Ricardo Lagos, uno de los artífices de la recuperación de la democracia, ha sufrido fracturas tras desaparecer el dictador.

Al morir Pinochet, cuyo régimen encabezó durante 17 años (1973-1990) la Concertación se desveló como un pacto electoral más que un acuerdo político y en su futuro se perciben incertidumbres.

Impopular Bachelet

Los problemas del gobierno de Michelle Bachelet, cuya popularidad ha decaído al persistir, por ejemplo, las deficiencias del Transantiago, el nuevo sistema de transportes de la capital, han acentuado las críticas y la percepción popular negativa de las fuerzas oficialistas.

Según una encuesta reciente, el 54% de los chilenos quieren que el próximo presidente sea hombre y otra, difundida hace pocos días, señaló que sólo un 18 por ciento se identifica con la Concertación.

Todas las encuestas, por otra parte, sitúan al empresario Sebastián Piñera, de la derechista "Alianza por Chile", en primer lugar entre los "presidenciables" para el 2009.

La primera fractura en la coalición gobernante se produjo pocos meses después de morir Pinochet, cuando el influyente senador Fernando Flores renunció al Partido por la Democracia (PPD) y, junto a un diputado y otras figuras, lanzó el movimiento "Chile Primero".

El nuevo grupo dice ser "ni de gobierno ni de oposición", lo que ha materializado en el Parlamento, donde en votaciones claves, como una sobre nuevos fondos para el Transantiago, se alineó con la derecha para hacer fracasar el proyecto.

Amenaza de escisión

El final de año sorprende además al Partido Demócrata Cristiano (PDC), el más grande del oficialismo, enzarzado en luchas internas, con el senador Adolfo Zaldívar como cabeza de una disidencia que amenaza escindir al partido.

Zaldívar, cuya expulsión ha sido solicitada al tribunal supremo del partido por la directiva que encabeza la senadora y ex canciller Soledad Alvear, encabeza a los llamados "colorines" del PDC, que incluyen además a media docena de diputados, no pocos dirigentes y hasta a algunos altos cargos del gobierno.

Para los analistas, la pugna es por el poder, entre la ambición de Zaldívar por ser candidato presidencial y los esfuerzos de Alvear tras la misma meta, mientras el ex presidente Eduardo Frei Ruiz Tagle (1994-2000), trata de aprovechar los flujos y reflujos de la marea.

También el Partido Socialista tiene sus elementos "díscolos", aunque en este caso se trata de personajes que se mueven más cerca de la izquierda extraparlamentaria, como el senador Alejandro Navarro o el diputado Marco Enríquez-Ominami.

Todo este panorama, según el académico y analista Ricardo Israel, era inimaginable cuando Pinochet estaba vivo.

La derecha opositora ha procurado distanciarse de sus nexos con el ´Pinochetismo´, condenando, por ejemplo, las violaciones a los derechos humanos.

Según fuentes oficiales, unos 3.200 chilenos murieron a manos de agentes del Estado durante la dictadura, en la que varias destacadas figuras de la derecha ocuparon ministerios u otros altos cargos.

Pero hoy los partidos del sector, la Unión Demócrata Independiente (UDI) y Renovación Nacional (RN), descartaron acoger en sus filas a Lucía Pinochet Hiriart, la hija mayor del dictador, que ha manifestado su deseo de ser candidata al Parlamento el 2009.

Ello deja patente la decadencia irreversible del ´Pinochetismo´, que carece de fuerzas para levantar alguna alternativa propia, pese a los estridentes anuncios de algunos seguidores del general en el momento de su muerte.