La vuelta de las vacaciones ha puesto de nuevo sobre el tapete en Italia la precariedad del Ejecutivo progresista y la prisa de los conservadores por volver a las urnas, sin que ni unos ni otros tengan la clave para salir del atolladero. Sin cambios en la ley electoral, ninguna coalición conseguiría una mayoría para gobernar con tranquilidad.

Después de unos presupuestos del Estado para el 2007 con 20.000 millones de recortes y nuevos impuestos, Romano Prodi se enfrenta al dilema de seguir reordenando las finanzas públicas o rebajar los impuestos, como piden los contribuyentes. "Sin dinero no se dicen las misas", replicó Clemente Mastella, ministro de Justicia, cuando Prodi pidió que cada ministerio ahorre mil millones. "Eliminemos el ministerio", propuso irónicamente Mastella.

Los dos partidos comunistas y los Verdes, socios del Ejecutivo de Prodi, han convocado una manifestación para el 20 de octubre "a favor del Estado de bienestar", subrayando que "no será contra el Gobierno" del que forman parte. El debate gira en torno a la participación de los ministros comunistas y verdes en la marcha. "Insensato, intolerable, causa de una crisis del Ejecutivo", afirman los partidos que apoyan a Prodi.