Varios países europeos como España, Alemania y Gran Bretaña, entre otros, han pedido a sus turistas que si viajan a Francia, sean prudentes. El Ejecutivo de Finlandia incluso ha llegado a desaconsejar a sus ciudadanos que paseen "particularmente durante la noche, en las ciudades periféricas con mucha población inmigrante". Portugal ha ofrecido protección consular a los ciudadanos de su país que se sientan amenazados. Francia es el primer destino turístico mundial y acoge a más de 75 millones de extranjeros cada año.

El ministro francés de Exteriores, Philippe Douste-Blazy, dijo ayer que "Francia no es un país peligroso", en un intento de tranquilizar a la opinión pública europea tras la ola de violencia. "Hay que tranquilizar totalmente a los extranjeros y a los ciudadanos europeos", insistió.