Jóvenes oficiales del Ejército de Guinea aprovecharon ayer el fallecimiento del presidente del país, Lansana Conté, para dar un golpe de Estado y disolver el Gobierno y el Parlamento, según informaron emisoras de radio regionales y locales captadas en Dakar, capital de Senegal. Esas fuentes señalaron que el grupo de militares que protagonizó la intentona golpista parecía "controlar la situación". Ayer no se tenía noticia de ningún incidente violento.

El primer ministro de Guinea, Ahmed Tidiane Suaré, declaró en una entrevista a Radio France Internacional que sigue en su puesto. "El Gobierno no está disuelto", dijo, y atribuyó la intentona golpista a "un grupo minoritario de jóvenes oficiales y soldados". Musa Dadis Camara, capitán del Ejército y portavoz de los golpistas, leyó un comunicado a través de la radio y anunció la creación de una junta militar denominada Comité Nacional para la Democracia y el Desarrollo (CNDD), un consejo nacional interino integrado por civiles y militares. También reveló que en breve se nombrará a un nuevo primer ministro con competencias ampliadas que formará un Gobierno de transición.

Los protagonistas del golpe decretaron la prohibición de cualquier actividad política y sindical y anunciaron un periodo de cambios como "paso previo a la devolución del poder a los civiles tras la convocatoria de elecciones". Los rebeldes justificaron su acción por "la crisis sin precedentes que vive el país y la desesperanza de la población, consecuencia de la anarquía en el seno del aparato estatal".

ELECCIONES EN 60 DIAS Según la Constitución, después de la muerte del jefe del Estado, el presidente de la Asamblea Nacional debe asumir el poder de forma interina y está obligado a convocar elecciones presidenciales en un plazo de 60 días.

Lansana Conté, de 74 años, ejerció el poder de forma autoritaria durante 24 años, a pesar del aparente cambio de rumbo hacia la democracia que imprimió al país en los 90 y el liberalismo económico de la última década. Militar profesional, el fallecido presidente llegó al poder después de retirarse de las Fuerzas Armadas y formar el Partido de la Unidad y del Progreso (PUP), con el que ganó todas las elecciones desde 1993 y promulgó una ley que establecía el pluralismo político. En el 2007, los sindicatos y organizaciones sociales se manifestaron contra el Gobierno de Conté por la recesión económica. La represión fue feroz y más de 180 personas perdieran la vida.