Un grupo de iraquís suele sentarse en unas butacas cercanas a la oficina de prensa de la Autoridad Provisional de la Coalición (APC) situada en el antiguo palacio de Congresos, convertido ahora en el corazón operativo de la denominada Zona Verde de Bagdad. Allí, los iraquís, la mayoría empleados en distintas formas en medios de comunicación extranjeros, fuman mientras aguardan a que finalicen los trámites burocráticos para acreditarse. Junto a las butacas, hay un gran cartel que prohíbe fumar en todo el edificio y de vez en cuando algún militar recuerda en vano la prohibición. "Esto es Bagdad, no es Nueva York", musitó en cierta ocasión un contrariado iraquí acostumbrado a que en su país se pueda fumar hasta en los ascensores.

Geográficamente el periodista tenía razón, pero políticamente la Zona Verde es como Nueva York, la Gran Manzana estadounidense de Bagdad, la isla que EEUU ha creado para gobernar --es un decir-- el Irak ocupado y donde se pertrecha el personal civil y militar estadounidense.

Bremer por Sadam

En eso la vida de los iraquís no ha cambiado mucho. Con Sadam Husein, esa zona era la de los palacios presidenciales, el corazón de la pompa y la megalomanía del dictador, el símbolo del monstruo en el que se convirtió el joven de Tikrit que quiso convertir su país en una potencia del mundo árabe. Ahora vive allí el administrador de Irak, Paul Bremer.

"Está prohibido tomar fotografías". Los soldados del control de entrada a la Zona Verde repiten esta retahíla hasta la saciedad cuando uno pasa los cinco controles de entrada camino del palacio de congresos siendo cacheado y presentando su pasaporte. La seguridad es una obsesión y los periodistas tienen prohibido publicar detalles del sistema de protección. Dentro, se accede a pie al palacio de congresos o al Hotel Al Rashid, ahora apenas habitado por personal iraquí --la mayoría, traductores-- contratados por la APC.

Moverse por el interior de la zona verde da la ilusoria sensación de que uno se encuentra en un recinto universitario. Hay zonas de descanso, comedores, cafeterías --en Navidad, decoradas con retratos de Papá Noel-- y jardines. Varios minibuses cubren diferentes líneas, y el acceso a una zona o a otra depende del nivel de la acreditación. El personal vive en casas prefabricadas, aunque no es inusual ver jergones en las oficinas, de moderno mobiliario y avanzados sistemas informáticos

Aislados de Irak, aislados de la realidad, por muros de cemento, sacos, soldados, policía iraquí --siempre en primera línea--, y blindados, la pesadilla de los habitantes de la APC son las granadas y los morteros que a diario impactan en cualquier momento dentro del recinto. Cuando el ataque es de una cierta intensidad, sirenas antiaéreas advierten a los nuevayorkinos de Bagdad de que deben seguir el protocolo de seguridad ante este tipo de ataques.

Refugios hoteleros

Si la Zona Verde es la gran isla estadounidense en Bagdad, los principales hoteles de la ciudad --el parcialmente reconstruido Al Mansur, el Hamra, los emblemáticos Palestina y Sheraton...-- forman los islotes que completan el archipiélago en el que se refugian en estos tiempos de secuestros y violencia los extranjeros en Bagdad. La cafetería del Palestina y los restaurantes de los cercanos hoteles Al Fanar y Al Andalus están estos días más frecuentados de lo que era habitual hace dos semanas.

Pisar la calle en Bagdad se ha convertido en un ejercicio que, en el mejor de los casos, vulnera las órdenes dadas por las empresas matrices y que, en el peor, puede derivar en una situación peligrosa. En el encierro, los rumores --"¿Han cerrado el aeropuerto?"-- y las conversaciones sobre secuestrados, la carretera del aeropuerto o lo que sucederá en los próximos días contribuyen a aumentar, si cabe, la sensación de agobio.

Pero no sería justo obviar que la prensa española al menos ha encontrado en las tortillas de patata caseras, el dominó y el humor negro una eficaz válvula de escape.