La población británica vivió ayer una jornada de sobresaltos. Por la mañana se conoció la detención de dos sospechosos cerca del aeropuerto de Heathrow, que sigue rodeado por las tanquetas del Ejército. Poco después se anunciaba el cierre de la terminal norte de otro aeropuerto, el de Gatwick. La causa se hallaba en el equipaje de un venezolano, donde fue descubierta una granada. Con un centenar de vuelos cancelados y un tercer aeropuerto, el de Stansted, bajo vigilancia, todas las alarmas se dispararon.

Los estadounidenses también tiemblan ante la posibilidad de nuevos atentados, anunciada esta semana por las autoridades, que activaron la alerta naranja, el segundo mayor nivel. La ansiedad es palpable en Washington y Nueva York, acrecentada por las indicaciones oficiales de cómo protegerse ante ataques biológicos, químicos o nucleares.