La gran preocupación de los portugueses, con todos los barómetros en la mano, es la grave crisis económica del país. La agonía empezó en el 2001, cuando Bruselas amenazó con sanciones si no controlaba el déficit, que llegó al 4,2%. Es el país más pobre de la Europa del euro, después de que Grecia superase su renta per cápita (18.000 dólares).

La industria textil está despidiendo trabajadores, y 389.700 portugueses no encuentran trabajo (un 7,1% de la población activa). Y más de 4,5 millones de personas dependen de alguna manera del presupuesto público.

Ante este panorama, los socialistas plantean que se invierta en tecnología y se mejore la cualificación de los trabajadores. Los conservadores proponen aumentar la competitividad del país.