En Suráfrica es posible viajar de EEUU a Africa en unos minutos. Hacer una barbacoa en un parque lleno de niños rubios a escasos kilómetros de un township de barracas donde solo viven negros. Las cifras oficiales reconocen un paro del 25%, aunque otras fuentes lo elevan hasta el 40%. La mitad de la población vive bajo el umbral de la pobreza, según informes del Departamento de Estado de EEUU. A su lado, una cuarta parte de surafricanos disfrutan de una vida de privilegios. El 10% más rico lo es 33 veces más que el 10% más pobre.

Con estas cifras, Suráfrica es una "bomba de relojería", en palabras de Zwenlinzima Vavi, secretario general de la poderosísima Confederación de Sindicatos Surafricana. Los disturbios xenófobos de la pasada primavera y las altas tasas de criminalidad pueden estar siendo las primeras chispas de esta bomba.