Un nuevo caso de violencia sectaria se cobró la vida ayer de 21 personas, la mayoría de confesión chií, que fueron ejecutadas por un grupo de hombres armados en Diyala, al noreste de Bagdad. Gran parte de los fallecidos eran jóvenes estudiantes que se trasladaban a Baquba para examinarse. En otros actos de violencia, murieron al menos una decena de personas más, al tiempo que EEUU admitió haber matado por error a tres civiles en un entrenamiento de artillería en Hibhib, al norte de Bagdad.

Mientras Irak se desangra --en los dos últimos días han muerto más de 80 iraquís-- los líderes políticos siguen sin ponerse de acuerdo a la hora de designar a los ministros de Defensa, Interior y Seguridad Nacional.

A primera hora de ayer, un grupo de hombres armados levantó un falso control policial en una carretera próxima a Baquba, a unos 120 kilómetros al noreste de Bagdad. Detuvo a tres vehículos, dos minibuses y un turismo. Los asaltantes obligaron a descender a todos los pasajeros y asesinaron a sangre fría a 19 chiís y dos kurdos. Los cuatro pasajeros sunís fueron liberados.

AJUSTE DE CUENTAS El ajuste de cuentas entre chiís y sunís, que dura desde que en febrero unos desconocidos dinamitaron la mezquita de Samarra, desliza a Irak hacia la guerra civil.

También ayer, el Comité de Ulemas, la máxima organización religiosa suní de Irak, acusó a las fuerzas de seguridad, dominadas por los chiís, de haber matado a 16 de sus fieles en una mezquita de Basora. La policía aseguró que las víctimas, cuyo número rebajó a nueve, formaban parte de un grupo suní que disparó contra los agentes.

A este ambiente de guerra civil contribuyen los casos de matanzas cometidas por los estadounidenses. Portavoces militares de EEUU admitieron que sus tropas mataron por error a tres civiles al disparar, durante un entrenamiento, un obús que alcanzó una vivienda en Hibhib.