"Era uno de los complots más escalofriantes que se pueda imaginar". De esta forma tan gráfica definió ayer Roslynn Mauskopf, fiscal del distrito este de Nueva York, el plan en el que un grupo de terroristas islamistas estaba trabajando: volar el aeropuerto John F. Kennedy de Nueva York mediante la técnica de colocar explosivos en las tuberías que abastecen los depósitos de queroseno del aeródromo. El comando, que llevaba recopilando fotografías y vídeos desde el 2006, no tiene vínculos con Al Qaeda, según las autoridades estadounidenses.

Son cuatro los encausados: Rusell Defreitas, un ciudadano estadounidense nacido en Guyana, arrestado en Nueva York y que había sido trabajador del JFK; Abdul Kadir, exalcalde y antiguo parlamentario de Guyana; Kareem Ibrahim, ciudadano de Trinidad y Tobago; y Abdel Nur, también natural de Guyana. Kadir e Ibrahim están bajo custodia en Trinidad y Tobago y Nur, en paradero desconocido.

El anuncio del complot no alteró ayer la marcha del aeropuerto JFK, que funcionó como un día normal. El Departamento de Justicia informó de que en ningún momento hubo riesgo de que el comando lograra su fin.