El Partido Laborista británico abre hoy su congreso anual en Manchester anunciando al nuevo líder. Cinco candidatos compiten para suceder a Gordon Brown, pero solo dos cuentan realmente. Y aunque el nombre del vencedor no se sabe, el apellido en cambio sí: Miliband. Dos hermanos, David y Ed, libran una lucha insólita por el trono del laborismo. Uno se convertirá esta tarde en el jefe de la oposición. El otro verá frustrada su carrera y deberá plegarse a las órdenes del hermano vencedor. David, el favorito según las casas de apuestas, tiene 45 años. Ed, el pequeño, tiene 40. Sus vidas, inseparables, son tan similares como dos gotas de agua.

Hijos de una pareja de refugiados judíos de origen polaco, los dos mamaron la política desde que nacieron. Educados en el laicismo y las doctrinas marxistas, el hogar de los Miliband, en el barrio de Primrose Hill de Londres, fue durante años el lugar de reunión de la intelectualidad de izquierdas británica.

ASCENSO RAPIDO David y Ed crecieron escuchando y participando en aquellos profundos debates. En su casa encontraron cobijo surafricanos que escapaban del apartheid y chilenos que huían de Pinochet. Ralph Miliband, el padre, ejerció como profesor de sociología y al morir, hace 15 años, pidió ser enterrado a pocos metros de Karl Marx en el cementerio de Highgate. Los hijos, sin embargo, le salieron más centristas y menos utópicos.

Aplicados y responsables, los dos fueron al mismo colegio, estudiaron las mismas carreras en la reputada Universidad de Oxford (Política, Filosofía y Economía) y ascendieron rápidamente en los equipos del Nuevo Laborismo, aunque en distintos bandos. David fue mano derecha de Tony Blair y ha ocupado varias carteras ministeriales, incluida la de Exteriores. Ed fue asesor de Gordon Brown, el rival de Blair, en el Ministerio de Finanzas y ocupó la cartera de Energía en el último Gabinete.

Durante los cinco meses de campaña, a la búsqueda del voto de militantes y diputados, los dos hermanos se han propinado unos cuantos golpes bajos. Ed, que ingresó en el Parlamento en el 2005, ha sacado a relucir la bestia parda de la guerra de Irak. Desde la tribuna ha clamado que nunca hubiera votado a favor de la guerra si hubiera estado entonces en la Cámara de los Comunes. Su hermano, en cambio, sí lo hizo.

APOYO ENVENENADO En la carrera, Ed se ha colocado a la izquierda, atrayendo el voto de los sindicatos y militantes tradicionales. Entre quienes le respaldan está el antiguo líder, Neil Kinnock, y el que fuera viceprimer ministro John Prescott. David, más temido por los conservadores, tiene el apoyo envenenado de Blair y Peter Mandelson.

Consciente de que el partido debe reconquistar el centro, ha acusado a su hermano de refugiarse en el laborismo nostálgico. Más cerebral, mejor organizado, su imagen, sin embargo, resulta algo arrogante y adolece del toque humano de Ed.