Río de Janeiro volvía ayer a vestirse de luto. Según la prensa brasileña, al menos 25 personas murieron en medio de enfrentamientos entre dos bandas de narcotraficantes y choques paralelos entre delincuentes y fuerzas de seguridad en el centro de la que alguna vez fue llamada la ciudad maravillosa.

La sociedad se encuentra en estado de conmoción permanente. En los dos primeros meses del año hubo 1.000 víctimas. Los nuevos episodios han tenido lugar pocas horas después de que el gobernador de Río de Janeiro, Sergio Cabral, reiterase al presidente Luiz Inacio Lula da Silva un desesperado reclamo de ayuda de las Fuerzas Armadas para combatir el "crimen organizado". En la madrugada del martes, miembros del Comando Vermelho, principal facción criminal, invadieron el barrio Mineira, que domina su banda rival, Amigos de los Amigos.

El fuego cruzado movilizó a la policía, que rodeó las favelas y comenzó a disparar. Mientras huyeron, los narcotraficantes diseminaron el terror entre los vecinos. Las imágenes televisivas mostraron a madres corriendo con niños en brazos, automóviles desplazándose caóticamente y heridos pidiendo a gritos ayuda en las calles.