Guerra, ocupación, atentados, toque de queda, bombardeos, helicópteros, suicidas... Nadie habla de paz estos días en Oriente Próximo. Mientras una población enterraba ayer a sus muertos y la otra temía que la ira que su Ejército ha provocado les obligue pronto a ir otra vez de entierro, Israel y Hamas declaraban a los cuatro vientos que lo suyo es una guerra sin cuartel que no tiene visos de detenerse a corto plazo.

Unas 2.000 personas asistieron ayer al funeral de los cuatro activistas de Hamas asesinados el domingo en un nuevo asesinato selectivo con helicópteros Apache en Gaza. Durante el cortejo fúnebre, las proclamas de venganza volvieron a ser moneda corriente. "Israel pagará el precio por el asesinato de los militantes de Hamas", dijo el líder espiritual del grupo, el jeque Ahmed Yasín que, como el resto de dirigentes de Hamas, no acudió al funeral.

A raíz de las amenazas, las fuerzas de seguridad israelís se encuentran en estado de máxima alerta, una situación que es especialmente visible en la parte oeste de Jerusalén. En sus calles se han instalado numerosos controles que han convertido el tráfico en una agonía. A pesar de ello, cada noche miles de personas --sobre todo jóvenes-- disfrutan de las fiestas al aire libre, que son habituales en agosto. Eso sí, las medidas de seguridad en estos festejos son abrumadoras.

LA ANGUSTIA

No están para demasiados festejos los palestinos que viven en los territorios. En la franja de Gaza, la sensación de que en cualquier momento puede haber otro bombardeo causa angustia. Israel decretó ayer el cierre de la franja, impidiendo salir a los palestinos para trabajar en territorio israelí.

No es mucho mejor la situación en Cisjordania, donde el Ejército efectúa operaciones en la mayoría de las ciudades. Especialmente crítica es la situación en Naplusa, donde ayer volvió a imponerse el toque de queda. Un portavoz militar declaró que los militares están agujereando las paredes de las casas y levantando baldosas en busca de armas.

En medio de la crisis, la Autoridad Nacional Palestina (ANP) sigue clamando en el desierto. "Israel ignora por completo a los palestinos como parte del proceso de paz", se lamentaba ayer el ministro de Trabajo, Ghasan Jatib. El titular de Cultura, Yasir Abed Rabbo, acusó a Ariel Sharon de pretender "matar la Hoja de ruta ".