Turquía tiene la vista puesta en el norte de Irak. Ese es el mensaje de los titulares de los periódicos y de las belicosas declaraciones tanto de los mandatarios de Ankara como del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK).

Desde las montañas de Irak, llovían ayer las amenazas de Bahoz Erdal, un comandante de la organización terrorista kurda, que incitaban a atentar contra los principales partidos turcos y a "no dejar sin castigo ningún ataque". Un nuevo golpe del PKK añadió una víctima más a la larga treintena de soldados turcos muertos en los últimos 10 días. La policía se incautó de 78 pistolas estadounidenses camufladas en un camión procedente de Irak.

El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, se mostró ayer inflexible en su voluntad de llevar hasta el final una incursión militar en Irak para acabar con las bases del PKK desde las este grupo se infiltra en Turquía. "Si los terroristas se hallan en un país vecino y ese país hace muy poco para combatirlos, nosotros debemos hacerlo", dijo. Erdogan sabe del rechazo internacional a tal operación. Ankara justifica la posible intervención en el "derecho a la propia defensa".