Qué va a ocurrir en México en el 2010? El Gobierno federal, los gobiernos estatales y el ayuntamiento de la capital, de distintos signos políticos, preparan magnas celebraciones del Bicentenario y el Centenario. Pero en medio de la crisis, la guerra contra el narcotráfico, el resurgir del dinosaurio PRI y otros desatinos políticos, el país no tiene mucho que celebrar. Y sí bastante que temer. Diversos grupos armados, guerrillas encaramadas en la Sierra Madre y algún grupo terrorista urbano, tienen planes más violentos y afirman: "Nos vamos a levantar. En armas".

Varios dirigentes de organizaciones sociales que se han reunido con portavoces guerrilleros han confirmado a este periodista que "los armados están decididos" a alzarse; que intentaron "sin éxito" disuadirlos. Varios grupos se han jactado de la lucha armada en internet o la montaña; "ahora puede ser más serio", aseguran los expertos. El analista de movimientos armados Jorge Lofredo dice: "La guerrilla está otra vez activa".

Mientras se desentierran los fusiles, pintadas dispersas anuncian el resurgir de la revuelta en un México bronco. Por ejemplo, la de la foto: Nos vemos en 2010 , con dos pistolas y una efigie de Zapata que parece llorar. El último informe del Gobierno detecta hasta 60 grupos armados diseminados por el país. "Tenemos capacidad militar para golpear al Estado", aseguran.

ALZAMIENTO ANTERIOR Varias guerrillas iban a hacerlo en 1994. Pero el subcomandante Marcos adelantó el alzamiento zapatista a la noche del 1 de enero, porque el mayo anterior el Ejército se topó con el campamento en el que preparaban el asalto a seis ayuntamientos de Chiapas y en el combate murió el primer zapatista uniformado.

Pero otras guerrillas más violentas brotaron después, sobre todo en los estados de Guerrero y Oaxaca. Algunas están en alerta roja, otras permanecen larvadas y otras nuevas surgen de las autodefensas que crean campesinos y aldeas ante la permanente amenaza de autoridades, la coacción de los mafiosos y la brutalidad de la policía o el Ejército. El Ejército Popular Revolucionario (EPR) señala: "El Estado está propiciando una salida violenta y la autodefensa armada".

El EPR multiplicó armamento y tentáculos con el secuestro de varios empresarios y el banquero Alfredo Harp. Sus acciones se extendieron por una docena de regiones. Algunos expertos creen que su jefe, Tiburcio Cruz, trabajó durante un tiempo en conexión con ETA, incluso en el País Vasco. Hace dos años, desapareció su hermano; el EPR dinamitó oleoductos en varios estados y provocó una paralización industrial de pérdidas millonarias que convirtió a esa guerrilla en el mayor peligro para el país.

Pero el peligro viene ahora de sus sucesivas escisiones, de las que surgieron grupos que muestran gran actividad, como el Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI) y los agrupados en la Coordinación Revolucionaria (CR), así como sectores que optaron por entrar en el juego y la guerra, esa ya en marcha, del narcotráfico. Hasta por Amnistía Internacional se sabe que el Ejército recorre las comunidades de la sierra de Guerrero en busca de guerrilleros: en varias, días atrás los soldados "torturaron, amenazaron y hostigaron a los pobladores, incluidos mujeres y niños".

PERSISTENCIA No lejos del turístico Acapulco hay pueblos selváticos, de nombres paradisíacos (de Hierbasanta a El Paraíso) y remembranzas guerrilleras. Aquí, como en otros lugares de esa ladera de la sierra que cae al Pacífico, en Guerrero y Oaxaca, nunca ha muerto la guerrilla. Solo ha cambiado de nombre, tiempo y protagonistas.

Más al sur, en Oaxaca, aldeas de ignoradas regiones de la sierra a las que solo se llega tras horas de carretera, caminos de carro y luego a pie, como los Loxichas, sufren el estigma de que de ellas salieron los primeros milicianos del EPR. Docenas de hombres fueron detenidos, cien sufrieron larga condena, con sus mujeres acuclilladas frente al Palacio de Gobierno de Oaxaca, varios siguen en la cárcel. Las ejecuciones se han renovado.

Pobre en recursos militares y dogmática en su bagaje ideológico, la lucha guerrillera siempre acabó en México con la muerte o la detención de sus dirigentes. Solo el subcomandante Marcos logró huir de esa tradición tras los 10 días de guerra que provocó en Chiapas el alzamiento de su Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).

A lo largo del siglo pasado, caciques y federales, emboscadas y traiciones, lograron acabar con Emiliano Zapata y Rubén Jaramillo en el estado de Morelos, así como con los otros guerrilleros del estado de Guerrero y otros surgidos de la sangrienta derrota estudiantil de 1968.