Ha llegado la hora de sumar voluntades y es por eso que les invito a firmar la paz política. No tenemos alternativa, nos unimos o nos unimos", exhortó el presidente electo de Ecuador, el excoronel Lucio Gutiérrez. Todavía no ha terminado de degustar su triunfo electoral y ya comienza a sentir las presiones de quienes le reclaman el cumplimiento de su programa, en especial las reivindicaciones sociales, y los que buscan convertirlo en un garante de la dolarización económica y un inmediato acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI).

ALIADOS INDIGENAS

Gutiérrez llegó a Quito procedente de Guayaquil en la madrugada y se fue a su base de operaciones, donde confluyeron los líderes del movimiento indígena con el que se alió en las elecciones del domingo, sectores empresariales que lo apoyaron y súbitos simpatizantes del oficial, que ayer prometió abandonar para siempre su uniforme verde oliva. El candidato del Partido Sociedad Patriótica 21 de Enero debe asumir la presidencia en siete semanas.

A Gutiérrez le esperan desafíos enormes: llegar al demorado entendimiento con el FMI, impulsar el proceso de descentralización, promover la reforma política, tomar medidas concretas contra la corrupción, mitigar los efectos de una pobreza que afecta al 79% de la población. El país que recibirá el excoronel tiene, además, una pesada deuda externa de 18.000 millones de euros y dificultades para financiar la dolarización vigente desde el 2000 y que fue uno de los factores que causó la caída del presidente Jamil Mahuad. Gutiérrez ya habla de la pesada herencia que recibirá.