La impresionante capacidad de convocatoria demostrada por Al Fatá en el homenaje a Arafat del lunes, concebido como un pulso a Hamás y empañado por la muerte de siete civiles, parece haber surgido efecto. Las fuerzas de seguridad al mando de los islamistas lanzaron ayer una redada contra los principales líderes del partido del presidente Mahmud Abbás en Gaza.

Hamás reconoce haber detenido a medio centenar de activistas, mientras que fuentes de Al Fatá elevan la cifra a 400. "Les ha entrado miedo al ver cómo Al Fatá mantiene el apoyo popular", declaró a este diario su portavoz, Hazem Abú Shanab.

Las detenciones y los registros de viviendas continúan, según la misma fuente, en una maniobra destinada a aplacar toda disidencia y afianzar el poder omnímodo de los islamistas. "Estos son los que organizaron la manifestación y son sospechosos de haber promovido el caos", dijo uno de los portavoces de Hamás para justificar los arrestos.

La concentración del lunes acabó con siete muertos, incluido un niño de 12 años y todos simpatizantes de Al Fatá, además de 80 heridos. Hamás acusa a su rival de iniciar los disparos desde los tejados, pero las imágenes de televisión muestran a los policías islamistas disparando contra la multitud.

CRISIS INTERNA Las encuestas sugieren que el apoyo a los islamistas mengua en favor de Al Fatá, tal y como desea Israel. Por primera vez, son muchas las voces que hablan de rifirrafes internos en Hamás. Y, de ser cierto, son los halcones los que imponen su voz sobre los moderados. Quizá así pueda entenderse el nerviosismo de sus acciones.