Las calles de Ramala y Gaza se convirtieron ayer en el escenario de una guerra abierta entre seguidores y fuerzas de seguridad de los dos grandes partidos políticos palestinos. La mecha la encendió el intento de asesinato a cargo de varios pistoleros enmascarados del primer ministro de Hamás, Ismail Haniya, cuando regresaba de madrugada de Egipto a Gaza tras su gira por el mundo islámico, ataque en el que resultó herido su hijo y muerto uno de sus guardaespaldas. Los ministros del Gobierno palestino se reunieron en una sesión extraordinaria en Gaza para tratar de atajar la violencia.

Los islamistas acusaron al exministro de Al Fatá, Mohammed Dahlán, muy cercano al presidente Mahmud Abbás, de planear el atentado. "Abbás, estás declarando la guerra a Dios y después a Hamás", clamó un dirigente fundamentalista en Gaza, frente a una multitud de 100.000 seguidores del partido en el Gobierno. Esta espiral de furia ha disparado el miedo latente desde hace meses a que pueda estallar una guerra civil.

Quizás lo más preocupante es que tras el asesinato frustrado de Haniya, la onda expansiva de la última semana de violencia en Gaza llegó ayer a Cisjordania, feudo tradicional de Al Fatá. Centenares de personas desarmadas salían de la plegaria del viernes cuando la policía les impidió. A ellos se les unieron milicianos armados de las Brigadas de Al Aqsa, también leales a Abbás. La trifulca degeneró en un tiroteo con un muerto.

Tras varios meses de negociaciones fracasadas para formar un Gobierno de unidad nacional, ambas facciones parecen estar marcando su territorio militarmente. En Gaza, fortín de Hamas, los islamistas hicieron una demostración de fuerza desplegando sus milicias por puntos estratégicos de la Franja. Y ya por la tarde atacaron un puesto de la policía muy cerca de la vivienda de Mohamed Dahlán, antiguo jefe de la Seguridad Preventiva, responsable de la persecución y tortura de la militancia de Hamas en los noventa.

"Fue el grupo de criminales al mando de Dahlan los que intentaron matar al primer ministro", dijo ayer a a este diario el portavoz islamista, Fauzi Barhum. Mientras tanto, el presidente Mahmud Abbás guarda un silencio cuanto menos preocupante. Ayer se limitó a "lamentar" simplemente el atentado sobre Haniya. Y hoy tiene previsto dirigirse a la nación para anunciar medidas drásticas que acaben con la crisis política.