El Movimiento de Resistencia Islámico Hamás suspendió ayer formalmente el alto el fuego que había preservado en la franja de Gaza desde noviembre como respuesta a las operaciones del Ejército israelí el pasado fin de semana en las que fueron asesinados nueve palestinos, cuatro de ellos civiles. El brazo armado de los islamistas se atribuyó en un comunicado el lanzamiento de 30 cohetes qasam y 60 morteros que no causaron heridos sobre el sur de Israel. Decidido a evitar una escalada de la violencia, el Gobierno de coalición palestino, pese a estar encabezado por Hamás, manifestó su "interés en mantener la tregua", una posición con la que coincide esta vez el Ejecutivo israelí.

El ala militar de Hamás, las Brigadas Ezedín al Qasam, culpó al Estado judío de la reanudación de las hostilidades "por los continuos crímenes sionistas en Gaza y Cisjordania". Pero, de momento, Israel, que respondió bombardeando desde el aire los puntos de lanzamiento de los cohetes, no ha querido entrar al trapo. "Nuestro objetivo es reducir la tensión, no incrementarla", dijo un portavoz del Gobierno hebreo.

Fuentes militares israelís aseguraron al diario Haaretz que la salva de proyectiles fue una maniobra de distracción para tratar de introducir militantes en Israel y repetir, como ocurrió hace casi un año con el cabo Gilad Salir, el secuestro de soldados judíos.