Pervez Musharraf tira la toalla. El presidente de Pakistán, el único país musulmán armado con la bomba atómica, cedió ayer a las presiones de sus opositores, los herederos del espíritu opositor de Benazir Bhutto, y dimitió como jefe del Estado. El general paquistaní, un fiel aliado de Estados Unidos, justificó su decisión para evitar más "inestabilidad" en el país.

Los dos partidos de la coalición de Gobierno, artífices de la derrota política de Musharraf, calificaron de "victoria para la democracia" la caída en desgracia del ya expresidente. Tras este triunfo, la coalición gubernamental pondrá a prueba su estabilidad, dado que en los últimos meses ha vivido discrepancias.

Musharraf hizo pública su renuncia a través de la televisión. Durante su alocución, defendió su gestión de nueve años al frente del país y negó las acusaciones de "violar la Constitución y mala conducta", que le imputan sus adversarios políticos. Musharraf ha preferido dejar el cargo de presidente antes de que la Asamblea Nacional --dominada por sus opositores-- diera luz verde esta semana a su destitución forzada, fruto del impeachment presentado por el Partido Popular del Pakistán (PPP), liderado por el viudo de la asesinada Benazir Bhutto, y la Liga Musulmana-N (LM-N), de Nawaz Sharif.

LA VENGANZA "Ningún cargo contra mi podrá ser probado, porque nunca pensé en mi propio interés, sino en el de Pakistán", dijo Musharraf en su discurso. "No quiero nada de nadie. Dejo mi futuro en las manos de la nación y del pueblo", añadió. Sus adversarios no parecen dispuestos a contentarse con la salida del poder del militar. "Musharraf ha quebrantado la Constitución y debe pagar por ello", dijo el secretario de información del LM-N, Ahsan Iqbal. "Finalmente los paquistanís han conseguido librarse del dictador y es un motivo de alegría", señaló.

Más explícito fue el hijo de la asesinada Benazir Bhutto, Bilawal, de 20 años de edad, para quien la salida de Musharraf "venga" la muerte de su madre. "Después del martirio de mi madre, dije que la democracia sería la mejor venganza", afirmó. Musharraf se hizo con el poder tras un cruento golpe de Estado que destituyó al Gobierno del entonces primer ministro Nawaz Sharif en 1999. Abrió el régimen a finales del año pasado, cuando convocó elecciones presidenciales indirectas, que ganó, y legislativas, por sufragio universal, que dieron una amplia victoria a los partidos de sus dos grandes oponentes políticos, la fallecida Bhutto y Sharif.

Tras abandonar en noviembre el cargo de jefe del Ejército --por ser incompatible con el de presidente de país-- Musharraf tuvo que hacer frente al proceso de destitución. De momento, el Ejército, uno de los grandes pilares del país, se mantiene al margen de las turbulencias políticas.

Bajo la presidencia de Musharraf, Pakistán ha sido siempre un gran aliado de Washington en la lucha contra el terrorismo islamista. Así se lo reconoció ayer el presidente de EEUU, George Bush, a través del portavoz de la Casa Blanca, Gordon Johndore. "El presidente Bush aprecia los esfuerzos del presidente Musharraf en la transición democrática del Pakistán así como los de combatir a Al Qaeda y las organizaciones extremistas. Y está impaciente por trabajar con el Gobierno de Pakistán en los desafíos económicos, políticos y de seguridad a los que hace frente", señaló Johndore.

La dimisión deja el cargo del jefe del Estado de forma interina al presidente del Senado, Mohamadmian Sumro, miembro del partido político fiel a Musharraf. Ahora la Asamblea Nacional, el Senado y los cuatro parlamentos provinciales tienen 30 días de plazo para elegir al nuevo presidente que, casi seguro, saldrá de las filas de la oposición.