Richard Mallalieu habla por teléfono mientras viaja hacia su localidad natal, Lursay (Virginia), donde intentará superar lo que vivió en el aula 204 del edificio Norris Hall de la Universidad Politécnica de Virginia (UPV). Richard, de 23 años, quiere hablar del profesor Liviu Librescu, de cómo salvó su vida y la de otros alumnos al bloquear la entrada de Cho Seung-hui al aula. "De repente, oímos disparos en el aula contigua. Nos tiramos al suelo y nos parapetamos tras pupitres y sillas", recuerda.

Las balas sonaban cada vez más cercanas. "La gente se puso a gritar. Había que salir como fuera, pero no podíamos hacerlo por la puerta principal porque él Cho Seung-hui ya estaba al otro lado".

Fue entonces cuando apareció la figura del viejo profesor judío para librar la última gran batalla de su vida, marcada por el odio y la represión. En su juventud, este rumano nacionalizado israelí de 76 años fue enviado con su padre a un campo de trabajo en Moldavia por el régimen fascista rumano de Ion Antonescu. Su destino iba a ser un campo de exterminio, pero el barco que debía conducirle a él y a su familia hasta la muerte no llegó a zarpar, al pasar Rumanía al bando aliado en 1944.

Librescu se licenció como ingeniero e ingresó en el organismo aeronáutico estatal. Pero su carrera se detendría en los años 70 al negarse a jurar lealtad al régimen comunista de Nicolae Ceausescu. Tras varios años de esfuerzos infructuosos, salió del país gracias a la mediación del Gobierno israelí. Pasó siete años en la Universidad de Tel-Aviv, tiempo tras el cual se trasladó a la UPV.

Así hasta el lunes, Día del Holocausto para mayor ironía, cuando el pistolero irrumpió en su clase. "El aula está en el segundo piso, a tres metros de altura. Saltamos y caímos sobre los arbustos. Detrás dejé a cuatro compañeros y al profesor", cuenta Richard. Desde el jardín oyeron como Cho entraba en la clase y abría fuego.