"Es muy tarde para que el presidente electo Barack Obama y su familia se mantengan alejados de la ciudad. Pero al menos traen al servicio secreto. Otros residentes de Washington DC no son tan afortunados", escribió con sorna Colbert I. King, el columnista de información local de The Washington Post. En su primera entrevista tras las elecciones, Michelle Obama dijo que planea integrarse en su "nueva comunidad", una declaración de intenciones que no es más que eso porque la primera familia no es una familia normal, pero que ha sido tomada con cierto sarcasmo, dado el desastre del sistema educativo de la ciudad, sus altos niveles de delincuencia juvenil y los problemas de pobreza entre la población negra.

La primera decisión de los Obama en su nueva comunidad ha sido elegir escuela para sus dos hijas, Malia (de 10 años) y Sasha (de 7 años). Tras un proceso de consultas y varias visitas, los Obama han acabado por el centro que era el favorito desde el principio: el elitista Sidwell Friends School, colegio en el que estudió Chelsea Clinton, la hija de Bill y Hillary Clinton, durante su estancia en la Casa Blanca y el hijo del exvicepresidente Al Gore en el mismo periodo. También están matriculados en estos momentos tres nietos del vicepresidente electo, Joe Biden.

Sidwell, fundado en 1883, tiene 1.097 estudiantes y su matrícula oscila entre los 28.442 y los 29.442 dólares anuales (entre unos 22.700 y unos 23.500 euros), dependiendo de la edad de los alumnos. El centro es la elección tradicional de los políticos y las familias adineradas de Washington, y ofrece una combinación de privacidad y de seguridad (la hija de Jimmy Carter, que acudió a una escuela pública, no podía salir al patio). Una portavoz de Michelle Obama dijo que la seguridad ha sido uno de los principales motivos que ha llevado a elegir esta escuela.

Una afirmación que genera en Washington cierta sonrisa condescendiente. Nadie critica que las hijas del presidente estén seguras, pero situaciones como esta recuerdan que la ciudad tiene muchos problemas de violencia juvenil a pesar de que ha mejorado mucho desde los 80, cuando la pobreza y las drogas la convirtieron en la "capital del asesinato de EEUU".

INSTITUTOS Sin necesidad de echar mano de muchas estadísticas, esta semana (el miércoles) una pelea en un instituto acabó con cinco adolescentes heridos. Ese mismo día, padres y representantes de la comunidad educativa participaban en unas jornadas sobre la violencia en las aulas. En lo que llevamos de otoño, ha habido tres asaltos a profesores, 19 chicas fueron arrestadas por una pelea en su instituto y una chica fue agredida con un espray y acuchillada.

Fuera de las aulas, las cifras de violencia juvenil también van en aumento. En noviembre, se han registrado dos casos de asesinato en plena tarde a por adolescentes que no cometieron ningún robo, solo violencia por el placer de la violencia. Las agresiones incluyen también a policías, que se ven impotentes a pesar de medidas como desplegarse en las puertas de las escuelas en las horas punta. En lo que llevamos de año, 3.122 menores de edad han sido arrestados y encausados, un 8% más que en el 2007.