La candidata demócrata a la presidencia de EEUU, Hillary Clinton, se enfrentó ayer a la acusación de haber hinchado a sabiendas su currículo en política exterior después de que un trabajo de hemeroteca demostrara que su explicación de cómo fue una visita a Bosnia en 1996 como primera dama fue una exageración. "Se suponía que iba a ver algún tipo de ceremonia de bienvenida en el aeropuerto, pero en lugar de eso corrimos con nuestras cabezas gachas hasta los vehículos para llegar a nuestra base", dijo Clinton, explicando que se había expuesto al fuego de francotiradores.

El problema para Clinton es que en ese viaje también viajaban periodistas. Y la cadena CBS emitió un vídeo de la ceremonia de bienvenida en el que se ve a Clinton bajar del avión con la cabeza bien alta y siendo recibida por una niña. Nada peligroso. Ningún disparo sonando en el aire. "Cometí un error en la forma en la que lo expliqué", declaró la exprimera dama. "Ella quería decir que había disparos en la colina alrededor de la zona donde aterrizamos, lo cual es cierto", dijo su portavoz, Lissa Muscatine. En el momento del viaje, la guerra había terminado, pero aún había escaramuzas.

El error, imperdonable desde cualquier óptica de prudencia política en estos tiempos audiovisuales, supone un golpe para la senadora, que ha hecho de la experiencia acumulada en sus ocho años como primera dama uno de los ejes de su campaña en contraposición a la supuesta inexperiencia de Barack Obama. Y, además, pone de nuevo en evidencia otros de sus puntos flacos: la tortuosa relación que el matrimonio Bill y Hillary Clinton mantiene con la verdad.

No es la primera vez que a Clinton se la acusa de hinchar su currículo. La senadora se ha presentado como una pieza vital en las negociaciones de paz en Irlanda del Norte. Tanto algunos implicados como un asesor de su marido han explicado que su participación fue testimonial.