El líder de Hizbulá, el jeque Hasan Nasralá, aseguró ayer en un discurso televisado que no permitirá que "la reputación y la dignidad" de su organización quede empañada mediante "falsas acusaciones".

De ese modo, quiso anticiparse a los cargos contra miembros de su organización que tiene previsto formular de forma inminente el fiscal del tribunal internacional que investiga el asesinato del exprimer ministro libanés, Rafik Hariri, en el 2005. Nasralá insistió en que el tribunal es parte de una "conspiración conjunta de Estados Unidos e Israel", y que sus conclusiones se apoyan en el testimonio de falsos testigos.

SIN GOBIERNO No dijo casi nada nuevo el dirigente chií, aunque dejó entrever la amenaza velada de protestas en la calle como respuesta al veredicto del tribunal internacional. El Líbano vuelve a vivir atenazado por el temor a nuevos choques entre las distintas facciones sectarias, como las que estuvieron cerca de desencadenar una nueva guerra civil en el país en el 2008.

Esta semana, el país se quedó sin Gobierno. Los 11 ministros de Hizbulá y sus aliados políticos dimitieron en protesta por el rechazo de la mayoría encabezada por el primer ministro, Saad Hariri --hijo del mandatario asesinado-- de desvincularse del tribunal de la ONU y rechazar sus conclusiones.

Nasralá defendió esa maniobra como un acto "plenamente democrático y constitucional", necesario para frenar a un Gobierno "incapaz". Además, acusó a Washington y Tel-Aviv de desbaratar las gestiones de Siria y Arabia Saudí para buscar una solución al cisma.

El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, viajará hoy a Damasco para discutir con los dirigentes de Siria y de Qatar la situación en el Líbano, en un intento in extremis de evitar que la crisis en este país adquiera mayores proporciones.