En las mismas colinas boscosas de la frontera donde hace dos años se gestó la segunda guerra del Líbano se cerró ayer el capítulo que la desencadenó: la captura de dos soldados israelís. La guerrilla chií de Hizbulá devolvió al Estado judío los cuerpos sin vida de los reservistas Ehud Goldwasser, de 31 años, y Eldad Regev, de 27, mientras Israel repatriaba al Líbano los cadáveres de 200 árabes y ponía en libertad a cinco milicianos libaneses. El canje desató el júbilo en el Líbano y sumió a Israel en una profunda tristeza al ratificarse la muerte de sus soldados.

La emoción vivida a ambos lados de la frontera estuvo ausente durante el metódico intercambio de prisioneros conducido por la Cruz Roja Internacional. Esta vez no hubo que fletar aviones a Alemania, como se hizo en el 2004. Se eligió la frontera común, con el mar Mediterráneo y un sol lacerante como testigos. Tal y como estipulaba el pacto, negociado durante 18 meses por un agente de los servicios secretos alemanes, Hizbulá entregó primero los cuerpos de los dos israelís, en ataúdes negros.

La imagen se emitió en directo en la televisión israelí. A muchos se les partió el corazón, por más que el Gobierno hubiera anunciado ya que estaban muertos. "Fue terrible verlo, no podía. Siempre fui optimista, soñaba que un día recuperaría a Eldad y le abrazaría", declaró el padre de uno de los muertos a la radio israelí. A los forenses israelís les costó cuatro horas identificar los cuerpos, debido al avanzado estado de descomposición en el que se encontraban. Tanto es así que la familia Goldwasser se negó a ver los restos de su hijo. "Queremos recordarlo como era", dijeron llenos de tristeza.

CORTEJO LENTO Y ASEPTICO Una vez identificados sus cuerpos con muestras de ADN, la Cruz Roja envió al Líbano 10 camiones blancos con los cadáveres de 200 palestinos y libaneses abatidos al tratar de infiltrarse en Israel. Fue un cortejo lento y aséptico, contemplado por docenas de periodistas y militares. Más tarde cruzaron esa frontera cerrada, donde una señal indica los 120 kilómetros que separarían Israel de Beirut en tiempos de paz, los cuatro guerrilleros liberados de Hizbulá y el terrorista del Frente Popular Samir Kantar, el preso árabe más longevo de las cárceles israelís.

Al entrar en el Líbano les esperaba una orgía de celebraciones. Tras ponerles el uniforme militar, Hizbulá les recibió en Naqura con alfombra roja y parada militar. Y otra vez volvió a invocar la "victoria divina", acuñada obscenamente tras la guerra con Israel. El Partido de Dios había hecho de la liberación de los presos libaneses en Israel una de sus razones de ser. Para los hombres del jeque Hasán Nasralá su vuelta a casa culmina una semana redonda, iniciada con la formación del nuevo Gobierno de unidad libanés, donde tendrán poder de veto. El propio Nasralá efectuó una rara aparición en público ante decenas de miles de personas en el sur de Beirut para saludar a los recién llegados. "Este pueblo no puede ser vencido; el tiempo de las derrotas ha pasado; ahora es el tiempo de las victorias", proclamó el dirigente.

Al desenfreno patriótico de Hizbulá se sumó el Estado libanés. Para recibir a los "héroes", como los tildó el presidente, Michel Suleimán, tras su aterrizaje en Beirut, se decretó el cierre de colegios, bancos e instituciones. Mucho más incómodo tuvo que sentirse el primer ministro, Fuad Siniora, quien aborrece el militarismo y el amor al martirio de Hizbulá y que tantas veces ha criticado a la guerrilla por provocar la guerra del 2006.

"Siento lástima por todos aquellos que están celebrando la liberación del animal que le rompió el cráneo a una niña de cuatro años", dijo el primer ministro israelí, Ehud Olmert, en alusión a Samir Kantar. En Israel este canje alimenta las ansias de venganza. También se ha roto, según el analista militar Alon Ben Davi, la fascinación por el jeque Nasralá: "Se le respetaba como un oponente serio que decía la verdad y sabía leer la mentalidad israelí. Pero al ocultar la muerte de los soldados y torturar a sus familias se ha convertido en un sádico despreciable".