Fathi Asadi, de 5 años, y su madre, Miriam Asadi, de 26, son las dos últimas víctimas civiles israelís a añadir a la guerra entre Israel e Hizbulá. Los dos árabe-israelís murieron ayer en la aldea de Dir al Asad (Galilea Occidental) a causa de uno de los más de 100 katiuskas que Hizbulá volvió a disparar contra el norte de Israel, en una jornada en la que el Ejército hebreo siguió amenazando con una gran invasión en caso de que la diplomacia fracase.

Junto a Fathi y su madre, resultaron heridas ocho personas, entre ellas otro niño de tres años. Los proyectiles también impactaron en Kiryat Shmona, Nahariya, Carmiel y Safed, además de en espacios abiertos del Golán. "Nuestra intención es que el norte del país no tenga que refugiarse, y eso es una decisión inequívoca", declaró ayer el ministro de Defensa israelí, Amir Peretz, quien añadió que la estrategia de su Gobierno pasa por combinar la diplomacia y la guerra.

Según Peretz, Israel logrará sus objetivos --"la desmilitarización del sur del Líbano, el despliegue de una fuerza multinacional junto al Ejército libanés y el desmantelamiento de Hizbulá"-- ya sea por la vía diplomática o por la bélica. El ministro de Defensa explicó que Tel-Aviv apurará todas las posibilidades diplomáticas antes de iniciar la planeada invasión hasta el río Litani, pero advirtió de que si la negociación no funciona "Israel usará todas las herramientas que tiene y toda su capacidad" para ganar la guerra.

PARTE DE GUERRA No será fácil, como día a día prueba el parte de guerra. Una jornada más, las tropas israelís y los milicianos de Hizbulá se enfrascaron en duros combates, esta vez alrededor de Jiam --feudo de la milicia-- y las localidades de Marjayún y Qlaiah. El balance de víctimas es confuso, ya que Israel afirma haber matado a 50 "terroristas" e Hizbulá, a 18 soldados.