John Negroponte es un ejemplo de "estabilidad y solidez", dijo Henry Kissinger del nuevo director nacional de Inteligencia en los 70, cuando se hallaba en París negociando el final de la guerra de Vietnam. "Es paciente y sutil", apostilló Kissinger.

Menos de 10 años después de iniciar su carrera diplomática, Negroponte ya estaba involucrado en una misión tan delicada como pactar la paz con Hanoi. Y es que su sutileza le convirtió en el hombre de las misiones difíciles. Como la que le trajo la peor fama: fue embajador en Honduras cuando el presidente Reagan libraba su guerra encubierta contra los sandinistas en Nicaragua, y fue acusado de supervisar la creación de la base aérea El Aguacate, un centro clandestino de detención y tortura donde EEUU entrenó a los contras.

Esto retrasó seis meses la aprobación, en el 2001, de su nombramiento como embajador ante la ONU. Allí lidió con la crisis previa a la guerra de Irak, país al que fue a parar hace menos de un año como primer embajador de EEUU desde la guerra del Golfo. Era evidente que el presidente, George Bush, le consideraba un hombre de total confianza. Nacido en Londres en 1939, de padre inmigrante griego, fue educado en la elitista Universidad de Yale. Habla inglés, francés, español, griego y vietnamita.