Considerado por sus colegas como un político serio y competente, Straw ha demostrado una inquebrantable lealtad a Blair. Como ministro de Interior se ganó la fama de autoritario, por sus medidas contra la delincuencia y los sospechosos de terrorismo. Al frente de la cartera de Asuntos Exteriores siguió a ciegas la línea marcada por Washington en la guerra de Irak y se desmarcó con Irán.