Cuando se producen acontecimientos críticos en escenarios que no son los habituales para los informadores de los medios de comunicación, tendemos a aplicar la lupa y buscar la clave en el detalle local. Pero los sucesos ocurridos este fin de semana en Georgia transcurren casi en paralelo y muy sospechosamente con las dramáticas explosiones en la vecina Turquía y tienen en común un inquietante trasfondo: los oleoductos que atraviesan su territorio. En toda esa zona de Oriente Próximo y Asia Menor hay desde hace años una guerra soterrada por el control de dos grandes zonas de oro negro: el golfo Pérsico (con Irak incluido) y el Caspio --relacionado con Turquía y con la exrepública soviética de Georgia.

Todavía es pronto para explicar quién anda mangoneando en esos países, pero si desean ir haciendo boca, pueden echar un vistazo a las memorias publicadas por el exagente norteamericano Robert Baer: ´Soldado de la CIA (2002)´, en las páginas en las que habla de Georgia, Shevardnaze y el Cáucaso en general, Turquía y norte de Irak. Chorrean petróleo.