Hasta los muertos en Italia se quedaron ayer a la espera de ser enterrados. En todo el país no hubo ni coches fúnebres, ni trenes, ni autobuses, ni camiones, ni aviones, ni ferrys, ni metros, ni grúas en las autopistas, ni transportes escolares, ni vehículos de alquiler, ni autocares de línea. Solo los taxis salieron a la calle, después de que el miércoles y el jueves paralizasen sin previo aviso el centro de Roma en protesta por las 500 licencias adicionales que quiere dar el ayuntamiento.

Los trabajadores de 14 sectores del transporte se declararon en huelga nacional a causa de los recortes previstos en los presupuestos del Estado. Piden 500 millones de euros, frente a los 50 millones del Gobierno, que hasta ayer contaba con Alessandro Bianchi como ministro para las negociaciones, pero a quien los sindicatos del sector no aceptan, pese a ser un comunista presto al diálogo.

Otro de los puntos en discusión es la obtención de un convenio colectivo único para todo el sector del transporte en vistas a la liberalización del mismo. Según las fuentes sindicales, la adhesión a la huelga habría sido del 90% en todo el país, "con puntas del 100%". Por ello, los italianos sacaron sus coches a la calle, lo que no facilitó el tráfico.