Los insultos del primer ministro italiano y nuevo presidente semestral de la UE, Silvio Berlusconi, desencadenaron ayer una crisis diplomática, una fractura interna en el Gobierno italiano y una tormenta política en el Parlamento Europeo, que pueden malograr la labor de la recién iniciada presidencia italiana de la UE.

El Gobierno alemán convocó de urgencia al embajador italiano en Berlín para expresarle su protesta formal por las "inaceptables" declaraciones de Berlusconi, según anunció el portavoz gubernamental.

CRITICAS DE SCHULZ

El Gobierno italiano, en una peligrosa escalada diplomática, convocó a su vez al embajador alemán en Roma para protestar por las críticas del eurodiputado socialdemócrata alemán, Martin Schulz, durante el debate en la Eurocámara.

El vicepresidente del Gobierno italiano, Gianfranco Fini, intentó frenar los excesos verbales de Berlusconi y le aconsejó infructuosamente que retirara sus palabras ofensivas. "Ninguna acusación, por muy sectaria que sea, puede justificar el calificativo de kapo nazi para un adversario político", afirmó Fini.

La actitud desafiante de Berlusconi hacia la Eurocámara provocó que casi ningún presidente de grupo político acudiera al tradicional almuerzo en honor de la nueva presidencia, según fuentes oficiales.