No parece que tenga que pasar a mayores, pero un extraño incidente naval proyectó el domingo una sombra sobre la "nueva era" de las relaciones entre China y EEUU proclamada por la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, en su reciente visita a Pekín. Cinco barcos chinos, uno de ellos de la Armada, hostigaron a un navío militar no armado de EEUU en aguas internacionales de la China Meridional, según denunció ayer el Pentágono. La embajada estadounidense en Pekín presentó una protesta oficial, y la Casa Blanca exigió, a través de su portavoz, Robert Gibbs, el "respeto" de China a las leyes internacionales de navegación.

El Departamento de Defensa de EEUU asegura que los barcos chinos persiguieron al USNS Impeccable y "maniobraron agresivamente, acercándose de modo peligroso", hasta el punto de que uno de ellos llegó a estar a menos de ocho metros. El Impeccable , tripulado por civiles contratados por la Armada estadounidense, recogía "datos de la acústica submarina" unos 120 kilómetros al sur de la isla de Hainán, según el Pentágono, que afirma que los barcos chinos envueltos en el incidente eran un navío de los servicios de espionaje de la Armada, un patrullero del organismo de control de la pesca marítima, otro del servicio oceanográfico y dos pequeños pesqueros de arrastre.

Siempre según el Pentágono, el altercado se produjo tras varios días de creciente agresividad de los barcos chinos en la zona. Pekín no se había pronunciado ayer sobre el incidente, ocurrido apenas 10 días después del anuncio oficial de la reanudación de la cooperación militar entre ambos países.