Después de tres días de dormir en la calle y haber ocupado ayer la catedral de Nápoles, un centenar de inmigrantes, algunos de ellos en situación regular y otros no, pudieron dormir la pasada noche bajo techo en locales proporcionados por el Ayuntamiento. La protesta acabó con tan solo tres inmigrantes identificados, después de que estos pelearan con sus puños con los agentes de policía que mantenían rodeada a la catedral. Varios dirigentes sindicales e incluso concejales comunistas de la ciudad apoyaron a los inmigrantes y mediaron en la negociación.

Tres días antes, los inmigrantes habían sido desalojados de la periferia napolitana y las autoridades les habían asignado los locales de una escuela en el centro de la ciudad. Sin embargo, los vecinos empezaron a protestar hasta que los inmigrantes tuvieron que ser desalojados de nuevo. Por otra parte, en Bruselas, la desesperación de los colectivos de inmigrantes sin papeles los empuja a acciones cada vez más arriesgadas. Al menos nueve sin papeles se encaramaron durante la noche del domingo al lunes a tres grúas de la construcción en el centro para pedir un permiso de residencia y de trabajo, informa Eliseo Oliveras. Otros 60 llevan dos semanas en huelga de hambre.