Jiegu Los monjes budistas de la provincia China de Qinghai dejaron de lado sus ritos funerarios y observaron, entre cantos y oraciones, cómo se incineraban ayer en grandes fosas comunes los cuerpos de las centenares de personas que perdieron la vida en el terremoto que asoló esta región del noroeste del país, el pasa-do martes. Según las auto-ridades, el seísmo acabó con la vida de más de 1.300 personas, aunque siguen las tareas de búsqueda de los cientos de desapareci-dos, sobre todo en Jiegu, epicentro del seísmo. El jefe espiritual del budismo, el dalái lama, exiliado en la India, dijo que le gustaría visitar la zona para "consolar a los heridos y a las familias de la víctimas".