El éxito de participación en las elecciones legislativas de Irak es incuestionable. Pese a que se sabía que los shiís y los kurdos acudirían a las urnas, se desconocía la incidencia que tendrían sobre los electores las amenazas de los grupos armados. Al final, los votantes optaron por desafiar al miedo y seguir las consignas de sus líderes políticos y religiosos. Ahora se abre un proceso complejo, lleno de obstáculos, en el que cada cual intentará sacar la máxima tajada.