Las víctimas del maremoto no pudieron ser avisadas a tiempo porque los países ribereños del océano Indico, donde se produjo la catástrofe, no disponen de ninguna red de detección sobre tsunamis ni de información a la población. Y no sólo es cuestión de dinero, sino de desconocimiento: se creía erróneamente que los maremotos eran un fenómeno exclusivo del Pacífico.

Tad Murty, profesor de la Universidad de Manitoba (Canadá) y uno de los mayores expertos en tsunamis, considera que "una sencilla red de alerta habría salvado miles de víctimas". Quizá no en Indonesia, que recibió el embate de las olas a los pocos minutos de comenzar el maremoto, pero sí en la India y Sri Lanka, donde el tsunami tardó en llegar casi tres horas.

Los modernos centros de control de tsunamis del Pacífico sí detectaron el temblor, pero no tenían herramientas suficientes como para calcular la formación de olas en el Indico. De hecho, no todos los grandes terremotos provocan tsunamis. Para determinar la formación de una ola gigantesca es necesario una red de sensores submarinos --el movimiento puede pasar inadvertido para los barcos en mar abierto-- y luego el desarrollo de modelos de predicción, similares a los usados en meteorología. No son especialmente caros, pero se precisa experiencia y una ingente recogida de datos.

HASTA EN CHILE Y CALIFORNIA "No nos enteramos hasta que tuvimos noticia de los destrozos en Sri Lanka", declaró Charles McCreery, director del prestigioso Centro de Alerta de Tsunamis en el Pacífico (PTWC), en Hawai. A los 15 minutos del temblor, el PTWC informó de la posible formación de olas a los 26 países miembros de la organización, todos ribereños del Pacífico. Gracias a su red de sensores --un centenar, pertenecientes a diversos institutos--, conectados por satélite, se llegó a calcular que el nivel del mar iba a subir varios centímetros en California, Fiyi y Chile. Pero no en la India.

Los tsunamis son relativamente frecuentes en el Pacífico, océano con una gran actividad sísmica submarina, pero no son ajenos al Indico. En 1945, por ejemplo, un violento maremoto mató a cientos de personas en Bombay. Y otro aún mayor arrasó la costa de la actual Bangladesh en el ya lejano 1762. La prensa india cargaba ayer contra el director del Instituto Nacional de Oceanografía, quien la víspera había declarado que se enteró de lo que era un tsunami el mismo día del desastre. Tad Murty, originario de la India, ha desarrollado un modelo de cálculo para el Indico que sólo requeriría la instalación de varios sensores submarinos. "He intentado hablar varias veces con el Gobierno de la India, pero me han dicho que no tienen bastante dinero para construirlo".

En Japón, la información obtenida en el fondo marino se transmite a toda velocidad a los ordenadores de la Agencia Meteorológica, que calcula las dimensiones, la velocidad y la hora de llegada del tsunami, así como las zonas de riesgo. Dos minutos después de un maremoto, el Gobierno está preparado para dar la alarma mediante una red de sirenas en las playas. Algo parecido funciona en Hawai.

EL PRIMER SINTOMA Además, el principal síntoma precursor de un tsunami es bien conocido por la población local: cuando el agua se retira de la costa con gran rapidez, los bañistas huyen. Un sistema de alerta quizá no habría podido determinar la altura de las olas --añade Waverley Person, director del Servicio Geológico de EEUU--, pero sí cuándo iban a llegar".

En algunos casos, la imprevisión es resultado de la penuria. Muchos países no tienen capacidad técnica ni económica para desarrollar sistemas de detección. "Desgraciadamente --subrayó Budi Waluyo, de la Agencia Meteorológica de Indonesia--, los instrumentos que necesitamos son muy caros y no disponemos de dinero para comprarlos". Australia y la India anunciaron ayer su intención de crear una red submarina en el Indico.

Y no sólo es cuestión de detección, sino de infraestructuras de información y evacuación. "Fuera del Pacífico, estas cosas no suceden con frecuencia --estimó Laura S. L. Kong, directora del Centro Internacional sobre Tsunamis, dependiente de la ONU--, así que ahora el desafío es lograr que la gente y los gobiernos tomen conciencia del peligro".