Se auguraba un varapalo tan severo para el primer ministro israelí, Ehud Olmert, como el temporal de nieve que azota el país desde ayer. Pero la comisión estatal Winogrado, que ha investigado durante más de un año la conducta del Gobierno y el Ejército durante la guerra del Líbano del 2006, repartió ayer culpas entre ambos estamentos sin cargar demasiado las tintas ni pedir responsabilidades políticas al debilitado jefe del Ejecutivo. La contienda, asegura el informe, acabó "sin una clara victoria militar israelí" y fue, a la postre, "una gran ocasión perdida".

También apunta que el primer ministro actuó "de buena fe" en sus decisiones, aunque le acusa indirectamente de declarar la guerra de forma precipitada. Como era de esperar, la oposición pidió otra vez la cabeza de Olmert, que ha dicho que no se irá.