Antonio Bussi, uno de los símbolos de la represión estatal en Argentina durante la dictadura de finales de los 70, no pudo ayer tomar posesión de la alcaldía de Tucumán después de que la justicia argentina le acusara de secuestrar, torturar y asesinar al líder opositor Guillermo Vargas Aignasse durante la dictadura.

Bussi había sido elegido el pasado junio alcalde de la ciudad norteña de Tucumán. En este municipio, su dura política contra el crimen le hizo popular entre los votantes. Supervivientes del régimen militar dijeron que el general Bussi, ahora retirado, era quien decidía entre la vida y la muerte de los presos.