Irán conminó ayer a Estados Unidos a no traspasar la frontera irano-iraquí, que los marines estadounidenses patrullan desde el lunes. Esta fue la contundente réplica de Teherán a la advertencia previa de la Casa Blanca de que Irán se abstenga de intervenir o influir en los asuntos internos de Irak.

Irán, junto al Irak de Sadam Husein y Corea del Norte, está incluido en el eje del mal, que el presidente estadounidense, George Bush, puso en el punto de mira de su agresiva política exterior tras el 11-S.

Durante un conferencia conjunta con su homólogo francés, Dominique de Villepin, en tono de sorna, el ministro iraní de Asuntos Exteriores, Kamal Jarrazi, declaró: "Es interesante que los norteamericanos, que han ocupado Irak, acusen ahora a los países vecinos de injerencia en ese país".

LINEA ROJA

"Naturalmente que vamos a defender nuestras fronteras y la línea roja pasa por esas fronteras", manifestó el jefe de la diplomacia iraní, apenas 24 horas después de que el Mando Central en Qatar anunciara el despliegue de los marines en la frontera irano-iraquí y de que diera a conocer la supuesta presencia de clérigos y agentes de los servicios secretos para impulsar la creación de un régimen islámico en Irak. Entre el 60% y el 65% de los 24 millones de habitantes de Irak son de confesión shií, la misma que en Irán. Durante la dictadura de Sadam fueron sometidos por la minoría suní, sobre la que se asentó el poder del partido Baaz.

La diatriba iraní contra Estados Unidos tuvo también otro foco de atención. Teherán censuró que Washington catalogue como terroristas a algunas organizaciones y brinde su apoyo a grupos como los Muyahidines del Pueblo (movimiento armado de la oposición iraní refugiado en Irak). Este grupo, de inspiración shií y marxista que está incluido en la lista de movimientos terroristas por EEUU, participó en el derrocamiento del Sha.