A cuatro días de que expire el ultimátum de la ONU, el régimen iraní inauguró ayer una planta para producir agua pesada, ingrediente básico en la fabricación de uranio enriquecido. Con esa inaguración, que ofició el presidente, Mahmud Ahmadineyad, el régimen de los ayatolás demostró que no tiene intención de frenar su proyecto nuclear.

La nueva planta se encuentra en el complejo nuclear de Arak, a 400 kilómetros de Teherán, y puede producir 16 toneladas de agua pesada al año, el doble de lo que Irán producía hasta ahora. Una vez finalizado, el complejo de Arak producirá plutonio, que podría ser utilizado para fabricar cabezas nucleares.

El 31 de agosto expira el ultimátum que la ONU dio a Irán para suspender su programa nuclear bajo amenaza de sanciones económicas. Quizás por eso, Ahmedineyad estuvo cauto en su discurso. "Irán no es una amenaza para nadie, ni siquiera para el régimen sionista en referencia a Israel", dijo el presidente iraní. Y aseguró que el programa iraní "tiene fines pacíficos".

Pero EEUU trabaja para que el Consejo de Seguridad de la ONU apruebe un paquete de sanciones económicas contra Irán. Además, Washington prepara una alternativa por si el Consejo no las aprueba, pues China y Rusia son contrarias a la medida.