El Gobierno iraní cumplió ayer sus amenazas y reanudó las actividades nucleares en la planta de Isfahan. Aunque larga y profusamente anunciada, la decisión ha causado irritación en Europa y Estados Unidos y ha dejado el ajedrez de las negociaciones en punto muerto. En París se habló ayer de "crisis grave", mientras que Washington pidió a la ONU que tome "las medidas apropiadas".

"Irán ha comenzado a introducir mineral de uranio concentrado en el inicio de la cadena de tratamiento de la planta de conversión", confirmó la portavoz de la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA), Melissa Fleming. Irán no ha esperado a que los inspectores de la AIEA comprueben el funcionamiento de las cámaras de vigilancia instaladas por el organismo, pero tampoco han retirado los precintos puestos en noviembre.