Un lío de faldas --quizá sería más exacto decir un lío de pantalones-- ha sacudido a la tradicionalista sociedad de Irlanda del Norte. El matrimonio formado por el primer ministro norirlandés, el unionista presbiteriano Peter Robinson, y su esposa, Iris, diputada, ha sido ejemplo, durante muchos años de lo que se considera un matrimonio ideal con sus proporcionales dosis de lealtad, fidelidad y camaradería, no solo personal sino política. Pero todo su público asistió el miércoles a una comparecencia pública del jefe del Gobierno en la que reconocía que su esposa había tenido una aventura.

Lo que no es más que una crisis de pareja, más o menos habitual, ha tomado tintes de drama nacional porque sus protagonistas se han llenado la boca desde hace décadas con los principios presbiterianos del reverendo Ian Paisley, fundador del Partido Unionista Democrático (PUD), donde milita la pareja. Tradicionalismo y homofobia han estado a la orden del día en comportamiento personal y político.

Tras una crisis larga y larvada, el primer ministro se colocó ante las cámaras el miércoles por la noche para decir: "Con humildad y arrepentimiento, Iris buscó mi perdón. Se declaró la única responsable de sus actos y yo la perdoné. Y lo que es más importante: sé que buscó y recibió el perdón de Dios".

Ella, diputada desde el 2001, no osó comparecer pero, a través de un comunicado, explicó que su affaire se gestó cuando fue a dar consuelo a un hombre tras la pérdida de un familiar, hace un año y medio. El pasado marzo intentó quitarse la vida cuando le contó a su marido su aventura. En diciembre anunció que dejaba la política por una depresión.

El, que primero quiso dejarla, reconsideró su postura para dar una segunda oportunidad a su matrimonio y, parafraseando a Bill Clinton, decidió perdonar la "relación inoportuna" de su esposa.