Pompa, protocolo, recesión económica y revolución política. La ceremoniosa presentación ayer en Westminster de la agenda para los próximos 18 meses de legislatura sintetiza los pactos del Gobierno de coalición. Una novedad para la experimentada y veteranísima Isabel II, que en 56 ocasiones ha protagonizado la apertura en el Parlamento. Pero nunca antes la soberana había leído el programa legislativo confeccionado por dos partidos compartiendo el poder.

Las 22 leyes enunciadas reflejan los acuerdos alcanzados entre conservadores y liberaldemócratas en las últimas semanas. Un programa dominado por la crisis económica, que relega a un segundo término el resto de los proyectos. "La prioridad es reducir el déficit y restaurar el crecimiento económico. Se tomarán medidas para acelerar la reducción del déficit del presupuesto estructural", indicó la soberana el día después de que el Gobierno anunciara la reducción del gasto público en 7,2 millones de euros. Las últimas cifras han confirmado la fragilidad de la recuperación, con un crecimiento casi invisible para la economía británica del 0,3% en el primer trimestre de este año.

CONFIANZA La reforma política y parlamentaria es quizás el proyecto más polémico y radical del programa legislativo. La propuesta quiere dejar atrás el escándalo de los gastos de los diputados. "Mi Gobierno prepara reformas parlamentarias y políticas para restaurar la confianza en las instituciones democráticas y reequilibrar la relación entre el ciudadano y el Estado", anunció la soberana.

La nueva ley dará poder a los votantes de cada circunscripción para cesar a su representante si este ha cometido una falta grave. Los distritos electorales se redistribuirán en proporciones más igualitarias y el primer ministro perderá el derecho a convocar elecciones legislativas cuando quiera, debiendo respetar un mandato fijo de cinco años.

El proyecto deja entrever la modificación del actual sistema electoral, máxima exigencia de los liberales. "Se va a preparar una ley para un referendo sobre el sistema alternativo de voto para la Cámara de los Comunes", afirmó Isabel II.

El voto alternativo es bastante similar al sistema actual de mayoría simple pero, contrariamente a este --en el que el candidato con más votos gana el escaño--, los votantes colocan a los aspirantes por orden de preferencia. De esta manera, se siguen contando las segundas y sucesivas preferencias, hasta que uno de los candidatos obtenga la mayoría absoluta. Los liberales prefieren el sistema proporcional, pero el voto alternativo sería para ellos un gran avance, en detrimento de conservadores y laboristas. Si la iniciativa es aprobada en el Parlamento, será sometida a referendo.

UN TOPE DE INMIGRANTES Los ciudadanos también serán consultados en las urnas sobre cualquier nueva transferencia de poder a Bruselas, tal y como desean los euroescépticos. Los liberales han cedido, además, al aceptar una cuota máxima de inmigrantes llegados de países de fuera de la Unión Europea.

Un paquete de propuestas en el que existen pocas divergencias en la coalición es el que intenta preservar el derecho a la intimidad y las libertades cívicas. El Gobierno entierra la iniciativa laborista de imponer un documento de identidad obligatorio, olvida los pasaportes biométricos y restringe el tiempo en que las huellas de ADN de un individuo inocente puedan permanecer en los archivos policiales. Igualmente reduce los archivos de correos electrónicos y regulará la utilización de las cámaras de vigilancia, sistema en el que el Reino Unido ostenta el récord mundial.

El discurso de la reina incluyó planes para facilitar que los padres puedan crear las escuelas de sus hijos. La legislación también permitirá a los ciudadanos elegir a los jefes locales de la policía. "Queremos darle a la gente mayor control de sus escuelas, sus hospitales, sus policías y sus políticos", declaró el líder liberal, Nick Clegg.