Cada vez que le das trabajo a un extranjero ilegalmente, le robas a un israelí otro puesto de trabajo. No dañes nuestro modo de vida". Este es uno de los mensajes que aparecen en la nueva campaña publicitaria lanzada por el Ministerio del Interior israelí para disuadir la contratación de emigrantes sin papeles. El tono de los anuncios ha soliviantado a las organizaciones humanitarias, que acusan al Gobierno de promover el racismo y la xenofobia con mensajes demagógicos.

Los anuncios copan estos días las televisiones y las radios. En uno de ellos aparece Noa Harel, una supuesta estudiante de educación especial. Harel mira a la cámara con gesto lastimoso y cuenta que quiere buscar un trabajo cuidando niños o limpiando casas para poder pagar el alquiler y las clases. Pero su plan fracasa porque, según dice, los inmigrantes ilegales les roban a los israelís los empleos.

"Esta campaña solo crea rencor hacia los trabajadores extranjeros", opina Sigal Rozen desde la organización Hotline for Migrant Workers, dedicada a preservar sus derechos laborales. "El problema no son los inmigrantes, sino los empresarios que los contratan por debajo del salario mínimo y el desinterés del Gobierno en aplicar las leyes laborales", añade Rozen.

Durante décadas la economía israelí dependió de la mano de obra barata palestina, pero tras los Acuerdos de Oslo (1993) Israel cerró sus fronteras a los trabajadores de los territorios. Los reemplazó importando cerca de 100.000 asiáticos para ocuparse del campo, el servicio doméstico y el cuidado de ancianos. Aunque Israel es un país de inmigrantes, solo los judíos tienen derecho a quedarse. El resto solo puede trabajar en el país cinco años y siempre que tenga un contrato vigente.

EN BUSCA DE ASILO Hoy se estima que hay unos 125.000 sin papeles en Israel, sin contar los cerca de 25.000 africanos que han entrado en el país a través de la frontera egipcia en busca de asilo político. Desde hace meses todos ellos son la diana de los sectores más extremistas del Gobierno israelí. El ministro del Interior, Eli Yishai, dijo de ellos que traen enfermedades como el sida y la hepatitis. El diputado Yaakov Katz los acusó de estar destruyendo el país. Para el primer ministro, Binyamin Netanyahu, son "una amenaza a la existencia de Israel como Estado judío y democrático".

Por otra parte, un joven palestino de 20 años falleció ayer tras no poder superar las lesiones causadas por fuego israelí. Los hechos se produjeron durante una protesta convocada contra la denominada "zona de amortiguación", un área de 150 metros en torno a la frontera entre Israel y Gaza, que ha sido recientemente ampliada por el Ejército israelí a 300 metros.