La policía de Dubái ha pedido una orden de arresto contra el jefe de los servicios secretos israelís. La Interpol busca a 11 de sus supuestos agentes por asesinar al militante de Hamás en el emirato. Y varias cancillerías europeas echan humo por el clonado de sus pasaportes. Se podría decir que Israel está en aprietos, pero no lo parece. En la calle se aplaude el golpe con sonrisas cómplices y guiños. La prensa nacionalista saca pecho. Y hasta la embajada israelí en Londres se mofa en Twitter de tanto ruido brindando por las semifinales en el torneo de Dubái de su tenista, Shahar Peer: "Lo oíste aquí primero: Una tenista israelí ataca a su objetivo en Dubái".

La opinión más extendida en Israel es que la tormenta diplomática pasará pronto. Así lo dijo ayer a la prensa de Tel-Aviv una fuente gubernamental israelí: "No hay ninguna prueba que vincule a Israel con el incidente. Si todo sigue así, el asunto se olvidará pronto". En cambio quedará lo que se pretendía con el asesinato de Mahmud al Mahbouh: alimentar el miedo de Irán, Siria, Hizbulá y Hamás, los objetivos de la guerra encubierta que lleva a cabo el Mossad desde hace algunos años.

Misteriosos asesinatos como el del jefe militar de Hizbulá, Imad Mughniye, el bombardeo de la supuesta central nuclear siria o alguna de las desapariciones de científicos iranís son, a juicio de expertos, parte de esta campaña velada. Hoy a Israel los palestinos y el proceso de paz le resbalan. Su esfuerzo está puesto en mantener su hegemonía neutralizando a Irán y sus aliados.

"Israel ha vuelto", escribía ayer Guy Bechor en Ynet. "Los grupos terroristas --añadía-- creen que Israel puede alcanzarles en cualquier lugar y que se ha infiltrado en cada organización y cada estado árabe. La gloria de los servicios secretos israelís ha sido restaurada y con ella aumenta el miedo de sus enemigos".

Pero no todo el mundo está convencido de la inocuidad del embrollo creado por el uso fraudulento de los pasaportes europeos. "Las relaciones con Europa son muy tensas", opina el diplomático israelí, Alon Liel. "En el último año se han acumulado los problemas y el enfado con Israel es monumental. Se le acusa de ser responsable de la parálisis del proceso de paz y de contribuir a que el divorcio palestino se vuelva irresoluble".

EL PAPEL DE EUROPA El Estado judío tiende a afrontar los plañidos del viejo continente como el ladrido de un perro que nunca muerde. Ariel Sharon solía decir que "Europa está para pagar y no para influenciar". Y así es y ha sido. Lo verdaderamente relevante es la relación con EEUU. Por eso ayer el diario Haaretz disparó con dureza: "La estupidez que se ha apoderado del Ministerio de Exteriores comandado por Lieberman y Ayalon se ha hundido hasta nuevos mínimos".

En este caso, sus oficiales se han negado a recibir a congresistas de EEUU porque llegaban acompañados de J. Street, un lobi proisraelí a la izquierda de la derecha furibunda que comanda los lobis de Washington.